El peligro de las fusiones
Foto: Gerardo Iglesias
A fines de enero, la transnacional cárnica Marfrig Global Foods comunicó el cierre de su unidad frigorífica en Alegrete, en el sureño estado de Rio Grande do sul. Durante la licencia colectiva del personal, 600 trabajadores y trabajadoras recibieron la notificación de que quedarían sin empleo. Tras una rápida y efectiva intervención sindical, el frigorífico reabrió sus puertas por un año más.
La Rel conversó con Artur Bueno de Camargo, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Alimentación y Afines (CNTA), para conocer los alcances del acuerdo que se homologó el 5 de febrero y su análisis sobre la actual coyuntura del sector frigorífico en Brasil. -¿Cuáles son los antecedentes de este reciente conflicto en la unidad de Marfrig en Alegrete? -Hace más o menos un año atrás esta planta ya había amenazado con cerrar. En esa ocasión la Confederación intervino ante las autoridades municipales y se logró, previa negociación que incluyó concesiones fiscales, que la compañía permaneciera operando. Lo que sucedió este año fue que la gerencia del frigorífico, en un acto que calificamos como ilegal, luego del regreso de los trabajadores de las vacaciones, les comunicó que la planta cerraría, dejando en la calle a unos 600 trabajadores. -¿Qué medidas tomaron ante esta situación? -La CNTA y el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación de Alegrete comenzamos a movilizarnos, realizamos la denuncia ante el Ministerio Público, notificamos también al Ministerio de Trabajo y Empleo y articulamos acciones para revertir el cierre del frigorífico. En el proceso logramos que el Ministerio Público, a través del Tribunal Regional del Trabajo, dictaminara como medida cautelar la suspensión de los despidos y la reapertura de esa unidad hasta que Marfrig se disponga a negociar con la organización sindical para buscar una alternativa al cierre. El juez de la causa dispuso además que si la empresa se negaba a volver a operar debería pagar los salarios de los trabajadores, aunque éstos permanecieran en sus casas, hasta que se llegue a un acuerdo. -¿Cómo evalúas esta instancia? -Gracias a la rápida intervención sindical pudimos sentarnos a negociar con la transnacional y llegamos a un acuerdo el 5 de febrero. Si bien no es todo lo que esperábamos, ayuda a paliar una situación que de lo contrario hubiese sido desastrosa. Marfrig se comprometió a mantener a 300 trabajadores en la planta de Alegrete por un año más y a otros 120 les ofreció empleos en los demás frigoríficos que posee en la región. La compañía también se comprometió a presentar un Plan de Retiro Voluntario con garantías laborales plenas y cursos de capacitación a los que deseen desvincularse de la compañía. A los que deseen ser reubicados para trabajar en otras plantas Marfrig deberá costear con los gastos de alojamiento y de mudanza y el pago de un salario adicional. De todas formas, en el transcurso de este año continuaremos movilizados para tratar de revertir completamente la situación y que los 600 trabajadores que estaban puedan recuperar su fuente de trabajo. -¿Qué argumentos presentó la transnacional para el cierre de la planta de Alegrete? -Que no tienen animales para faenar y que, por lo tanto, sin materia prima la planta frigorífica no puede operar. Fuimos a chequear eso y descubrimos que no es que falte ganado para faenar en el mercado, lo que sucede es que Marfrig no quiere pagar el precio que piden los productores, de hecho se estaba exportando el ganado a otros frigoríficos de la zona. Inclusive los propios productores se sumaron a nuestra lucha y dejaron en evidencia los falsos argumentos de la transnacional.
Monopolios
Pan para hoy hambre para mañana
-El cierre de unidades y su consecuente pérdida de puestos de trabajo se está convirtiendo en una práctica bastante común en Brasil… -Cada vez que se da algún tipo de fusión entre empresas, sean del sector que fueren, nunca es en beneficio de los trabajadores. De hecho, los trabajadores son siempre los que salen perdiendo, pues se dan cierres de plantas y consecuentemente despidos masivos como este que ocurrió en Alegrete. Por otra parte tenemos además la contra de que en Brasil hay una política gubernamental que busca fortalecer a estas empresas en el exterior y favorece el monopolio del mercado. Es lo que sucede con Marfrig, JBS, BRF y en su momento sucedió con la cervecera Ambev. El Estado financia a estas corporaciones a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y a cambio recibe el costo social que implican los despidos en masa, sin hablar del perjuicio que implican los monopolios para el consumidor y para el comercio en general. Quizá para el gobierno impulsar a estas empresas para que sean competitivas en el exterior sea positivo ahora, pero en verdad es un espejismo. Es pan para hoy y hambre para mañana.